Empezamos el día con una visita a la pastelería más famosa de la ciudad , comprando unas pastas recien hechas y yendo a un bar donde pedimos el café con leche o el zumo de naranja recien exprimido. Día tranquilo de paseos y compras. está lleno de tiendas pero es interesante para deambular, tomar café y algún zumo y comer bien. Se ha de regatear mucho para conseguir gangas pues hay muchos turistas y ya se sabe que donde hay mucha demanda suben los precios. Que el Hotel Sahara esté bien situado nos facilita las cosas pues debemos hacer varios paseos para ir dejando las cosas que compramos.
Toda la población está dentro de las murallas pero quizás se ha vigilar algo en la zona comercial pues hay bastante posibilidades de que haya pequeños hurtos. Una señora francesa que conocemos en uno de los cafés nos dice que para los turistas que están largas estancias es una pesadilla pues hay bandas que asaltan las casas y las vacían, además de muchos problemas con la población local. Según dice ella nos insultan y se burlan de nosotros con frecuencia.
El pueblo tiene un activo puerto pesquero y vale mucho la pena pasear por la tarde para ver como llegan las barcas de los pescadores y desembarcan lo conseguido en el día. Se quejan que los grandes buques pesqueros les quitan la pesca utilizando sistemas industriales de absorción de peces y que cada vez tiene que ir más lejos para conseguir el sustento. Es un problema generalizado en todo el Mundo de un problema que en poco tiempo se habrá solucionado, ya que las perspectivas es que la pesca sea una industria muerta en pocos años. Cerca del puerto hay muchos restaurantes de pescado pero es un agobio sentarse en sus mesas pues recibes el acoso de músicos callejeros, vendedores y vagabundos.
En el mismo pueblo está lleno de pequeños y típicos lugares donde se puede saborear un buen "tagine" a precios razonables (siempre precios para turistas).
Después de la plaza de Mulay el Hassan, de estilo marroquí-portugues, las callejuelas de mercaderes que unen la gran mezquita con el Befroi, conducen a la placita umbría de Bab el Sebaa, repleta de terrazas de cafés. Cerca se encuentran los callejones de los joyeros. Es una delicia si te gustan las joyas perder horas y horas viendo las maravillas de filigrana que fabrican. Otra cosa típica es la marquetería. Trabajan la madera de tuya que incrustan de limoncillo, nogal, ébano, nácar, hilo de cobre o plata. Hay unas cajas preciosas, cofres, pulseras, etc. Es un buen souvenir ya que no son caras y son muy bonitas.
El pueblo tiene un activo puerto pesquero y vale mucho la pena pasear por la tarde para ver como llegan las barcas de los pescadores y desembarcan lo conseguido en el día. Se quejan que los grandes buques pesqueros les quitan la pesca utilizando sistemas industriales de absorción de peces y que cada vez tiene que ir más lejos para conseguir el sustento. Es un problema generalizado en todo el Mundo de un problema que en poco tiempo se habrá solucionado, ya que las perspectivas es que la pesca sea una industria muerta en pocos años. Cerca del puerto hay muchos restaurantes de pescado pero es un agobio sentarse en sus mesas pues recibes el acoso de músicos callejeros, vendedores y vagabundos.
En el mismo pueblo está lleno de pequeños y típicos lugares donde se puede saborear un buen "tagine" a precios razonables (siempre precios para turistas).
Después de la plaza de Mulay el Hassan, de estilo marroquí-portugues, las callejuelas de mercaderes que unen la gran mezquita con el Befroi, conducen a la placita umbría de Bab el Sebaa, repleta de terrazas de cafés. Cerca se encuentran los callejones de los joyeros. Es una delicia si te gustan las joyas perder horas y horas viendo las maravillas de filigrana que fabrican. Otra cosa típica es la marquetería. Trabajan la madera de tuya que incrustan de limoncillo, nogal, ébano, nácar, hilo de cobre o plata. Hay unas cajas preciosas, cofres, pulseras, etc. Es un buen souvenir ya que no son caras y son muy bonitas.