Salimos después de un cafecito que nos invita nuestra casera para ir a Split. Es la capital de Dalmacia y la ciudad más habitada con sus centros universitarios y artísticos muy activos.
El emperador Diocleciano eligió este emplazamiento para construir su palacio a finales del siglo III. Desde finales del siglo V se fue convirtiendo en una ciudad por los ataques de los ávaros y de los eslavos. En la Alta edad Media la ciudad dependía de Constantinopla, pero a partir del siglo XII perteneció al imperio hungaro-croata y luego a la república de Venecia. Para protegerse de las incursiones otomanas Split reforzó sus fortificaciones.
Resulta interesante empezar la visita por la puerta Aenea, que antiguamente daba directamente al mar y ahora al muelle Obala. A través de ella se accede a los sotanos de la ala Sur, donde se encontraban las dependencias de Diocleciano. Su estructura da una idea de la amplitud y majestuosidad de las salas de recepción y de las estancias del emperador. Desde el corredor se accede directamente por una escalera al peristilo. Este patio descubierto, rodeado de columnas por tres partes, es el centro del palacio, donde se siguen cruzando el cardo y el decumanus.
La residencia tenía 38.500 metros cuadrados de superficie y planta rectangular, tenía a la vez algo de campamento militar fortificado y dotado de una importante guarnición, y de palacio imperial. La base de las murallas completadas con 16 torres, es maciza y sin vanos, mientras que en la parte superior hay ventanas. En el centro de la fachada norte se encuentra la puerta de Oro que se abría hacia Salona. Flanqueada por dos torres octogonales, poseía una rica ornamentación consistente en hornacinas, columnas y esculturas. Al este y al oeste estaban las puertas llamadas de Plata y de Hierro. La más sencilla es la puerta Marítima.
Hacia el año 650 se fundó la catedral ya que el arzobispo Juan de Ravena purificó el mausoleo deshaciendose de los ídolos que contenía. En ella depositó las reliquias de los santos mártires Doimo y Anastasio. No se paga para entrar aunque no se pueden hacer fotos y valdría la pena, ya que es impresionante. Las mujeres deben taparse la cabeza con lo que hay que acordarse de traer un pañuelo ya que no hay de préstamo. La ventaja es que muy cerca hay un montón de puestos de souvenirs donde te puedes comprar uno que es lo que tuve que hacer yo, ya que el coche no estaba cerca. Para subir a la torre si que hay que pagar 10 kunas por persona pero las vistas lo valen.
El parking que hay cerca de la entrada al palacio está permanentemente a tope con lo que siguiendo por el paseo marítimo desde donde salen los ferrys hacia Italia hay uno donde hay bastante sitio. Cuesta 7 kunas la hora. Nos ha gustado mucho esta ciudad porque hay vida dentro de este palacio con una mezcla de estilos, casas, pequeños palacios y mucha actividad. Una cosa que no nos gusta es que todas las plazas están monopolizadas por los bares y restaurantes y con las sombrillas y los veladores a veces no se ven las fachadas de los edificios.
Desde aquí vamos a la fortaleza de Klis. La ciudad está situada a 340 metros de altitud, cerca del puerto que separa el macizo de Kozjak del del Mosor. Fue muy disputada su posesión en la Edad Media. Pese a la resistencia encarnizada de la población, la ciudad cayó en manos de los turcos el 12 de marzo de 1537. Un general veneciano la liberó en 1648. Dotada de unas murallas enormes con 3 muros superpuestos, flanqueada por torres y con gigantescas puertas barrocas, la fortaleza reuna una serie de edificios de usos muy diversos, desde el depósito de municiones hasta la mezquita. Se tiene que pagar entrada, pero está muy destrozada.
Sin otras paradas llegamos a Dubrovnik y un km antes de llegar, hay un señor en la carretera con un cartel de Sobe. Paramos y voy a verla. No me parece mal y la cogemos por 35 €. Nos da miedo la experiencia del día anterior y aparte se puede ir andando al centro de Dubrovnik o en bus. En media hora llegas y no te tienes que preocupar de buscar aparcamiento que siempre es el gran problema en estas ciudades. A la entrada de la ciudad antigua cuesta 30 kunas la hora!!!!! pero aparte es que no hay sitio libre.
Lo primero que hacemos al entrar por la puerta a la ciudad antigua es el tour de las murallas. Cuesta 70 kunas por persona!!!!. Recorre las murallas a lo largo de 2 km. Se accede a él a través de una estrecha escalera junto a la puerta de Pile. El recorrido completo se hace en unas dos horas y permite contemplar los tejados color miel de la ciudad y también las azules aguas del mar batiendo sobre los muros del fuerte Bokar.
Desde lo alto de las murallas se domina la ciudad con sus iglesias, sus escarpadas calles, sus innumerables escaleras y sus estrechos pasadizos. De esta forma se distingue perfectamene su estructura: la arteria principal, llamada Placa o Stradun, que transcurre de este a oeste, separa la parte sur, con un trazado irregular, de la parte norte, más densa y con una rigurosa cuadrícula, planificada por un estatuto de 1298. La originalidad de las murallas, que se comenzaron en el siglo XIII y adoptaron su forma actual en el XV y XVI, se debe a la yuxtaposición de las sucesivas construcciones. Tras la caída de Constantinopla en 1453, en lugar de destruir las torres cuadradas góticas se añadieron por el norte y el oeste bastiones semicirculares de estilo renacentista. Los muros de 25 metros de altura pueden llegar a tener 6 metros de espesor. Las esquinas están protegidas por 4 torres; un foso y una segunda muralla defienden el acceso terrestre, mientras que los ataques por mar eran repelidos desde la ciudadela más antigua, la de Lovrjenac del siglo XII. El puerto está protegido por 2 fortalezas: la de San Lucas al norte y la de San Juan al sur, reconstruidas en el siglo XVI. El puerto se cerraba por la noche con una cadena y una barrera de madera que se extendía entre los bastiones. Hay dos controles de los tickets en medio de la muralla, con lo cual hay que tenerlos a mano.
La plaza Milicevic, donde empieza y acaba el tour de las murallas, está iluminada por la piedra dorada de sus iglesias y animada por la presencia de una fuente monumental. En los extremos oriental y occidental de Placa hay dos fuentes: la mayor (1938) de estilo sobrio, tiene forma de cuba poligonal y está cubierta por una cúpula. El agua fluye por 16 cabezas esculpidas. La fuente pequeña (1441), está ornamentada con esculturas. Ambas fueron proyectadas y construidas por el arquitecto Onofrio de la Cava, a quien la ciudad había encargado el sistema de acometida de aguas. Basándose en el modelo de las ciudades antiguas prefirió sacar el agua de un lago situado a 12 km de la ciudad en lugar de recoger el agua de la lluvia tal como se hacía en las ciudades medievales. En la plaza hay varios conventos como el Franciscano, o el convento de Santa Clara.
La plaza de la Luza (Lógia), situada en el extremo este del Stradun, constituye el centro de la vida pública de la ciudad antigua. Tiene una entrada que da al puerto. Desde esta plaza, la vista abarca la ciudad, el islote verde de Lokrum y el azul intenso del Adriático. La torre blanca del reloj de 31 metros simboliza desde 1444 las libertades municipales tan apreciadas por los raguseos. La campana del reloj marca las horas al ser golpeada por dos grandes estatuas de bronce que recibieron el nombre de Zelenci, las verdes, debido a la pátina que las cubre por la acción del tiempo. La torre, que se está inclinando demasiado, fue recortada en 1902, y luego demolida y reconstruida exactamente igual en 1928.Junto a ella se encuentra la casa de la Guardia donde residía el almirante de la ciudad. También encontramos el Palacio Sponza, la Iglesia de San Blas, el palacio del Rector, la catedral, el colegio de los Jesuitas, el convento de los Dominicos etc etc etc
Es una ciudad que hace muchos años tiene una fama internacional justamente ganada porque tiene tantas cosas a ver que necesitas varios días para disfrutarla en su justa medida. Sólo tiene un problema y es que todos los cruceros paran aquí durante todo el año, con lo que cada día hay miles de personas en un espacio no muy grande y en verano los que vamos con coche o avión nos añadimos a esa masa de personas. Eso no quita que sea una ciudad imprescindible si se pasa por la zona, o incluso justificar un viaje como lo justifica ver París o Venecia. Cuando la visité (Trini) en un viaje en autocar que se iba en 21 días a visitar Grecia, Yugoslavia e Italia ya me impactó aunque no había los miles de puestos de souvenirs ni había tantos turistas. Fue un viaje de camping con 6 amigas y 21 años con lo que nos lo pasamos muy bien, dicho sea de paso.
Hemos hecho 240 km.